Emilio Llanos |
Es verdad, que el tema de prisiones en momentos puntuales tiene una gran
repercusión mediática. Baste recordar el ingreso en Prisión de políticos corruptos
(demasiados, lo que dice poco de la salud democrática de un país) y también por
execrables asesinatos que han provocado gran dolor en familiares y amigos de
las víctimas. Pero tanto en unos casos como en los otros, raramente la
ciudadanía se para a pensar en que los culpables pasarán largos años en prisión
donde serán, no solo custodiados sino también tratados por trabajadores
penitenciarios.
Unos profesionales largamente
olvidados por la Administración. Es cierto que en este sentido, el gran
culpable ha sido el Sr. Yuste, que durante años ha estado gestionando de forma
anodina la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Pero no es menos
cierto, que algunos políticos en la oposición decían una cosa y ya en el poder
han cambiado de opinión, llegando incluso a presentar una propuesta de
negociación y retirándola a los tres días, evidenciando la poca seriedad con la
que afrontan el problema.
Debemos recordar que el conflicto se inicia 20 meses atrás, creándose una
plataforma sindical, en la que se encuentra UGT, para trasladar a la ciudadanía
sus reivindicaciones, manteniendo a tal efecto reuniones con diputados y
senadores en todas las provincias. Reivindicaciones justas y coherentes con el
mandato del art. 25 de la Constitución.
La legislación penitenciaria española es de las más avanzadas del mundo.
Las infraestructuras carcelarias son modernas y bien dotadas. Pero todo eso resulta
insuficiente sino se cuida el factor humano. Desde UGT pensamos que no se puede
cumplir con el mandato constitucional, si las plantillas están un 15% por
debajo de lo que deberían como consecuencia de las tasas de reposición
establecidas por el Sr. Montoro. Pero en el caso de servicios públicos
esenciales, como prisiones, que es un entorno en el que se trabaja con personas,
esos recortes tienen mayores
repercusiones dado que la tecnología pocas veces puede suplir al factor humano.
Esa falta de personal conlleva que la labor de los profesionales se halla
vuelto más peligrosa si cabe, traduciéndose, desgraciadamente, en un aumento
exponencial de las agresiones. Problema éste, en el que ha influido también negativamente
el hecho de que estos profesionales no ostentan la condición de agentes de la
autoridad, a diferencia de colectivos como el sanitario y el educativo.
Bastaría con modificar la normativa lo que no conllevaría coste económico.
Desde UGT pensamos que tampoco se puede cumplir con el mandato
constitucional si se mantiene un modelo
organizativo y funcional basado en un Reglamento del año 81, derogado casi en
su totalidad, si no se tiene en cuenta la diversidad delictiva dentro de las
prisiones y si no se tiene en cuenta el aumento de la población reclusa con
enfermedades mentales.
Como UGT creemos que es urgente la necesidad de abrir un periodo de negociación para evitar que el conflicto se
enquiste y se traslade al interior de las Prisiones. Como también creemos que actitudes
rancias de algún Director, entre ellos el de la Prisión de Albocacer, en nada
favorecen ese buscado clima de diálogo.
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