En plenas negociaciones del convenio del azulejo, con tres reuniones
realizadas, ya estamos atascados en temas fundamentales. Y es que
cuando se trata de negociar un convenio es difícil, ya que ambas
partes quieren lo mejor para sus representados, aunque todos saben o
creen saber lo que sería justo para ambos. Es tan difícil negociar,
que al final parece que todos esperan que el contrincante desfallezca
por aburrimiento o cansancio, por inmovilismo de posiciones.
Y es que cuando la situación económica ha cambiado a mejor, parece
que cuesta abrir la mano para que los que trabajamos, ganemos un
poquito más, porque sólo es un poquito más. Cuando los sindicatos
o parte social pedimos volver a las 1760 horas anuales en el
convenio, (que ahora estamos en las 1776 y que se aumentaron en
tiempo de crisis) cuesta un debate tan intenso que parece que vaya la
vida en ello. 16 horas anuales son cuestión de estado casi. Señores,
en tiempo de crisis aumentamos 16 horas, cuando menos trabajo había,
ahora deberíamos volver a su estado anterior, o eso me parece a mí,
igual estoy equivocado, pero esto lo deben de decir y decidir los
trabajadores. Estamos como cada negociación, desregularizar las 40
horas semanales es otra cuestión insalvable, si en el convenio pone
que se pueden desregularizar las 40 horas semanales negociando con el
comité de empresa, ¿porque se empeña la patronal que sea cuando
ellos lo digan y los trabajadores tengan que tragar? Creo que tenemos
derecho a negociar, y que no nos impongan cada vez que quieran cómo
y cuándo tenemos que ir al trabajo. Y eso que no hemos tocado el
aumento salarial, que no quieren asociarlo al IPC ni oír nada
parecido. Veremos que sorpresa nos dan cuando nos digan el
incremento salarial que quieren. Encima sin cláusula de revisión
salarial, para que nos lo juguemos a cara o a cruz (ya sabéis a
quien le toca la cruz siempre).