Opinión. Francisco Sacacia
Aunque desde los sindicatos, ya lo veníamos
denunciando, ha sido ahora cuando han salido los datos del primer semestre
sobre la siniestralidad, lo que ha puesto encima de la mesa el grave tema de
los accidentes laborales en nuestro país. Y no hay más que fijarse en los
datos, para comprobar que este problema, lejos de remitir, va en aumento. De
hecho, en este primer semestre, se produjeron más de 276000 accidentes, con 301
fallecidos. Con respecto al mismo periodo del 2015, se produjo un incremento
del 8,6%.
La justificación por parte del director de
Relaciones Laborales de la CEOE, es “por el aumento de la actividad económica”.
Según eso, ya que hay muchos menos alumnos que hace años, debería haberse
reducido el fracaso escolar ¿no? La verdad, es que al igual que su jefe Rosell,
con lo de que el contrato indefinido era del siglo XlX, cada vez que alguien de
la CEOE habla, sube el pan.
Teniendo en cuenta, que los sectores donde más
accidentes laborales se producen, es en la construcción, seguidos de la agricultura
y la industria, y posteriormente los servicios, desde UGT, tenemos claro, que
este incremento, que se produce desde el 2012, se debe a la precariedad en el
empleo. En su calidad, y en su temporalidad. En su calidad, ya que los
trabajadores no se atreven a reclamar ante las condiciones que se les impongan,
por el miedo a no seguir trabajando, con el consabido estribillo “ahí fuera, hay muchos que lo harían sin rechistar”.
Y la temporalidad, ese gran problema, que ya
hemos apuntado en alguna otra ocasión en este mismo diario. Con un 90% de
contratos temporales que se realizan, la mayoría de menos de dos meses, ¿quién
va a reclamar nada? Además, menos las empresas medianamente serias, el resto
para que se va preocupar de formarlos en la prevención, si dentro de cuatro
días ya no van a estar. Este es el triste panorama de la relación entre los contratados actuales y la siniestralidad
laboral.
Otra cosa es, los accidentes “in itinere”,
que en su mayoría se producen con las mujeres, pese a ser menos población
laboral, y menor población conductora. Pero no por ello, con menor riesgo de
sufrir un accidente, sino más bien al contrario, ya que son también ellas, las
que sufren en mayor porcentaje la precariedad, con lo que a veces tienen
necesidad de realizar varios trabajos a tiempo parcial, para poder obtener un
salario medianamente digno, pero que conlleva un elevado número de
desplazamientos.
Ligado íntimamente con lo apuntado arriba,
aunque no exista precariedad, uno de los factores que produce los accidentes “in
itinere”, son los que se realizan durante la hora de comida, en las jornadas
partidas, por las prisas debido al tiempo que se dispone para desplazarse y
volver a tiempo.
Hace ya mucho tiempo, que los sindicatos
presionamos, y conseguimos, que se promulgara la ley de Conciliación de la Vida
Laboral y Familiar. Después, ante su falta de aplicación, la hacemos constar en
la mayoría de los Convenios, para que no se pueda aducir su desconocimiento.
Pues bien, ¡¡ hay que utilizarla!! ¿Por qué no se puede hacer jornada intensiva
en vez de partida, en muchos sitios? ¿Por qué no se puede hacer la jornada con
horario flexible en muchos sitios? Con estos ejemplos, que ya se utilizan en
algunas empresas, desgraciadamente muy pocas, se reducirían enormemente los desplazamientos
y por consiguiente los accidentes. Porque estamos hablando ni más ni menos que
de vidas humanas, de NUESTRAS VIDAS.
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