En los últimos días hemos asistido, como consecuencia de la Huelga General del 29-S, a un acoso y derribo por parte de determinadas personas de todo aquello que tenga relación con el mundo sindical. Sin ir más lejos, se ha intentado criminalizar a todos aquellos que forman parte de un sindicato obrero e, indirectamente, acallar las voces de los que, sin pertenecer a ninguna organización, también han apoyado las protestas realizadas por los Sindicatos. Unas protestas sindicales que, más allá de criticar la reforma laboral, critican también ese renacimiento del neoliberalismo más duro e intransigente para el cual todo lo público, económicamente hablando, es sinónimo de “maldad”. Sí, curiosamente son los mismos que siempre han clamado a los cuatro vientos que la gran panacea es la privatización, o dicho de una forma más clara y sin tapujos, que cada uno se busque la vida para sacarse “las castañas del fuego”. Nunca han apostado por un estado fuerte que asegure la sanidad, la educación y las pensiones de aquellos que menos tienen, sin embargo fueron los primeros en llamar a la puerta de “papá estado” (como ellos irónicamente lo suelen llamar) para que con el dinero de todos los ciudadanos, en su gran mayoría humildes trabajadores, les sacara del atolladero en el que se habían metido por su egoísmo exacerbado y sin límites al provocar esta crisis financiera que aún hoy vivimos. Pero he aquí que en lugar de reconocer su más que demostrado fracaso económico, ahora proponen que para salir de la crisis es necesario también, además de haber recibido prestado ese dinero público que en teoría debería servir principalmente para desarrollar mejoras sociales en sanidad o educación para toda la población, que sea precisamente el ciudadano de a pie el que pague los platos rotos abaratando el despido, recortando los sueldos a los funcionarios o subiendo los impuestos indirectos como el IVA. Pero claro, de hablar de una reforma fiscal para que los que más tienen (esos precisamente que no tienen una nómina que poder controlar) paguen su parte proporcional de impuestos, nada de nada. Como tampoco se plantean la desaparición de los paraísos fiscales, ¡no sea cosa claro está!, que a alguien se le ocurra meter mano a las SICAV, y que estos no tengan dónde poder llevar su dinero para así no seguir pagando los impuestos que les debería corresponder.
Pues bien, muchos de estos que no conocen el significado de la palabra solidaridad son los que según parece están arremetiendo contra estas protestas sindicales tildándolas incluso de criminales. Se ha llegado a decir que los piquetes informativos son algo así como bandas mafiosas que, gracias a la presencia de nuestras excelentes fuerzas de seguridad, no han llegado a cometer violaciones y otro tipo de vandalismos. Bien, llegados a este punto, no seré yo el que critique a las Fuerzas de Seguridad del Estado, pues es evidente que si no existieran, y conociendo la forma de actuar en general del ser humano, para salir a la calle tendríamos que hacerlo con dos pistolas al más puro estilo del oeste americano. Pero de ahí a insinuar que los piquetes informativos son algo así como criminales, y que las fuerzas de seguridad siempre tienen un comportamiento inmaculado, media un abismo. En todos los sitios cuecen habas, y de la misma forma que una desproporcionada y puntual acción de la policía no significa que todo el estamento policial se sobrepase siempre en sus funciones, tampoco es de recibo que se criminalice a todos los sindicalistas por las acciones de unos cuantos incontrolados. Y de la misma forma que todos estamos de acuerdo en que tiene que ser castigada la extralimitación en sus funciones de algún individuo perteneciente a las fuerzas de seguridad, también creo que los sindicatos son los primeros interesados en castigar el exceso de celo de alguno de sus afiliados.
¡Ah!, y por cierto, si bien es posible que más de un trabajador quizá pueda sentirse incómodo por la presencia de los piquetes, no lo es menos que muchos trabajadores no han secundado la huelga por temor a perder su puesto de trabajo, algo que hoy en día es como tener un preciado tesoro.
Y ya por último, simplemente hacer una pequeña reflexión. Dejando bien claro en primer lugar (para que así no haya lugar a interpretaciones malintencionadas) que las fuerzas de seguridad de nuestro país cumplen con las normas establecidas por cualquier democracia que se precie, me gustaría indicar una vez aclarado esto que me indigna leer insinuaciones como que gracias a nuestras fuerzas de seguridad se ha conseguido que los vándalos sindicalistas no violen, asesinen y saqueen a su paso. Y dejar claro que insinuar esto, o sea, dar a entender algo así como que las fuerzas de seguridad son imprescindibles para defender al ciudadano de las “hordas rojas”, siempre han acostumbrado a hacerlo gobiernos dictatoriales como por ejemplo el de Pinochet o el de Videla, por no retroceder en la historia de nuestro propio país y recordar los tiempos del general Franco.
Pero claro, ya se sabe que con las crisis siempre renacen los extremismos, ya sucedió así después de la crisis de 1929 con el resurgimiento del nazismo, y en la actualidad lo estamos viendo en Suecia, Holanda o Francia. Pero que no desesperen los nostálgicos de estas ideologías en nuestro país, pues por las declaraciones oídas después de esta Huelga, los “voceros” de la extrema derecha se han decidido definitivamente a salir de las cavernas.
Víctor J. Maicas
*Escriptor
Membre del Consell de Cultura de la UGT del Pais Valencià
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada